España es un país muy cafetero. La Federación Española del Café apunta a que se consumen 170.000 toneladas de café al año, lo que equivale a 599 tazas por habitante. Nos gusta tanto el café que además somos el país con más cafeterías y bares por habitante, 175 (en España hay unas 260.000 cafeterías y bares, más que en todo Estados Unidos).

No es de extrañar ese amor por el café, porque se podría decir que España es uno de los primeros países donde se empezó a consumir. Cuando los árabes estaban asentados en la península ya disfrutaban de una bebida llamada bunchun, similar a lo que los turcos de la época conocían como choava o café. Sin embargo, tras la Reconquista esa costumbre de tomar bunchun se perdió y tuvimos que esperar unos cuantos siglos para volver a disfrutar de una bebida de similar sabor y aroma.

El café llega a España

Por ello se considera que el café entró en España un poco más tarde que en el resto de Europa. Mientras que en el continente europeo llegó sobre el 1600, de la mano de los mercaderes venecianos que comerciaban con los países árabes, en nuestro país no se introdujo hasta mediados del siglo XVIII, más de cien años después, de la mano de los italianos, que llegaron a nuestro país de manera muy significativa tras la Guerra de Sucesión, acompañando a los Borbones. El establecimiento más conocido fue Gippini, que abrió cafeterías en Madrid, Barcelona, San Sebastián, Sevilla y Cádiz.

Rápidamente se fue expandiendo por ciudades como Madrid, donde se abrió el primer café en 1764, la Fonda de San Sebastián, en la calle Atocha. A ella le siguieron muchas, como el Café de F. Martinilli, que fue el primer café que abrió sus puertas en Barcelona en 1781. Estos espacios además albergaban las reuniones clandestinas de los liberales, convirtiéndose en lugar de debate político contra el absolutismo. Jovellanos las describió como casas de ocio y conversación porque eran centro de debate de las ideas ilustradas. Un ejemplo de ello fue Cádiz, vanguardia de las ideas liberales y donde, según el Reglamento de Gremios, había 23 establecimientos en los que se vendía café en 1802.

Café, espacio cultural

Con el paso del tiempo los cafés se fueron convirtiendo también en espacio cultural con interesantes terturlias de arte y literatura. Como curiosidad, en aquella época estaba prohibida la presencia de mujeres en estos establecimientos ya que el café era para los hombres, de hecho, no fue hasta 1850 cuando se permitió que las mujeres pudieran frecuentar las cafeterías.

España se incorporó tarde al consumo de café, pero lo hizo con ganas y además contaba con una ventaja sobre otros países: las colonias americanas.Aunque fueron los holandeses los que implantaron el cultivo en sus colonias, pronto se extendió por el resto del continente sudamericano, ya que el clima, la altitud y el terreno favorecían el crecimiento de la planta del cafeto. A mediados del siglo XVI ya existían plantaciones en Puerto Rico, Cuba y Santo Domingo, que cultivaban un café de excelente calidad y pronto llegó a Colombia, cuyo café hoy en día se encuentra entre los mejores del mundo. Gracias a esas plantaciones, los españoles pudieron disfrutar de una excelente materia prima. Y eso ayudó a impulsar el consumo de café en nuestro territorio.

Hoy en día el café forma parte de la cultura de nuestro país. Es un símbolo de la vida social, e incluso de la vida cultural y política de España, y es parte casi indispensable de nuestra dieta.

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