Estamos acostumbrados a tomar café por la mañana para espabilarnos, para ponernos en marcha, para comenzar el día. Pero si quieres aprovechar todos sus beneficios, lo mejor es que esperes un poco, dejes que el cuerpo vaya despertándose y te tomes la primera taza de café entre las 9.30 y las 10:00 de la mañana. Así podrás disfrutar de su sabor y sus beneficios durante más tiempo.

El cortisol

¿Por qué? El motivo está en el cortisol, una hormona tiroidea que nos permite estar alerta, al igual que la cafeína. Es conocida como la hormona del estrés, ya que ayuda al organismo a regularlo. Los niveles de cortisol en sangre varían durante el día, siendo en las primeras horas de la mañana cuando mayor concentración en sangre existe. Es decir, entre las 8.00 y las 9.00 de la mañana nuestro organismo ya está alerta, aunque no lo notemos y pensemos que necesitamos un café.

Por esta razón, esa franja horaria no resulta la mejor para ingerir nuestro primer café, ya que se genera una fórmula ‘café + cortisol = estrés adicional’, y esto podría ser malo para nuestra salud. Además, como de 8:00 a 9:00 de la mañana es el momento en el que el estado de alerta producido por nuestras propias hormonas es mayor, si tomamos cafeína a esa hora, sencillamente no notaremos tampoco sus efectos. En cambio si lo hacemos un poco más tarde, entre las 9:30 y las 10:00 de la mañana, el nivel de cortisol ha bajado y también el nivel de energía en nuestro cuerpo. Y así podemos hacer más cosas sin padecer estrés adicional.

Aunque el punto álgido de cortisol se produce, como hemos dicho, entre las 8:00 y las 9:00 de la mañana, más tarde pueden aparecer otros repuntes de la concentración de esta hormona en la sangre. Esos picos secundarios suelen darse entre las 12:00 y las 13:00 horas del mediodía, y entre las 17:30 y 18:30

Por eso, si necesitas la energía y mantener el estado de alerta que aporta el café aprovecha esos momentos en los que el cortisol está menos activo. Por ejemplo después de comer, uno de los mejores momentos para tomar un café junto con el de la mañana. Ese café te aportará la dosis de energía necesaria para acabar el día. Eso sí, mejor no tomarlo después de las 17:00 horas porque el cortisol empieza a repuntar a las 17.30 y estaríamos igual que por la mañana. Y con el agravante de que la cafeína puede permanecer en el sistema nervioso hasta doce horas y eso significa que puede ayudar a crear una alteración en el ciclo del sueño o insomnio y, por tanto, otra gran fuente de estrés y un peligro importante para nuestra salud.

No obstante, seguro que conoces a alguien que se toma tres o cuatro cafés a lo largo del día y parece que nada de esto le afecta y que dice que la cafeína siempre es necesaria, ¿verdad? Pues esas personas, sencillamente, es porque han acostumbrado a su cuerpo a beber café en los momentos menos ideales para hacerlo y han desarrollando tolerancia a la bebida por ingerirla fuera del horario ideal. Esto ha hecho, por decirlo de forma sencilla, que con el tiempo, la taza de café de las 8:00 de la mañana se haya ido haciendo menos efectiva, y esa es probablemente la razón por la que necesiten tomar un café con más frecuencia a lo largo del día.

Resumiendo, el mejor momento para tomar café y otras bebidas con cafeína es aquel que te ayuda a mantener estables los niveles de cortisol a lo largo del día, o al menos durante la jornada laboral. Por eso, debes distribuir las tazas que tomas de forma estratégica, para que coincidan exactamente con tu peor momento hormonal y ese reloj interno que todos tenemos dentro. Ahora que ya tienes los datos, disfruta más que nunca de un buen café y de los beneficios que este te aporta.

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