Ya se conocía que ayuda a mantener dilatados los vasos sanguíneos, que reduce el riesgo de diabetes de tipo 2 y que contiene antioxidantes que resultan anticancerígenos. Ahora un nuevo estudio revela que puede detener el envejecimiento.
Un estudio del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Stanford se centró en el funcionamiento celular de personas que beben café y de personas que no beben café: en el contraste, encontró que aquellos que ingieren cafeína tendían a manifestar menores niveles de inflamación y, por ende, estaban más protegidos contra una serie de enfermedades crónicas asociadas con la edad, entre ellas una gama de problemas coronarios, el mal de Alzheimer, la osteoartritis, diferentes tipos de cáncer e incluso la depresión.
Con el paso de los años, el metabolismo no regula los procesos de inflamación tan bien como en la juventud, y muchos residuos que se deben reabsorber o eliminar se acumulan en el cuerpo. Mark Davis, director del Instituto de Inmunidad, Trasplante e Infección de Stanford, y uno de los principales autores del estudio, lo explicó: «Está claro que, al envejecer, algo comienza a dejar de funcionar bien y nos volvemos menos efectivos para controlar la inflamación».
Su colega David Furman, también autor principal de la investigación publicada en Nature Medicine, resumió la importancia de esa cuestión: «Más del 90% de todas las enfermedades relacionadas con la edad, que no son de transmisión, se asocian a la inflamación crónica». Furman recordó que se conocía el vínculo entre la ingesta de cafeína y la inflamación, pero no la razón. «Hemos encontrado una causa posible para entender por qué sucede eso», dijo.
La cafeína, según concluyeron, parece deshacer algunas de las alteraciones a nivel celular que se dan por el envejecimiento. «Puede eliminar la vía metabólica a la inflamación casi del todo, lo cual es especialmente beneficioso cuando se trata de combatir el envejecimiento celular».
Entre los hallazgos del estudio realizado a más de 100 participantes —que se combinó con información estadística, historias clínicas y antecedentes familiares—, se destacó que las personas mayores que consumían cinco o más tazas de café por día tenían niveles muy bajos de los factores inflamatorios medidos en la sangre. Después de estudiar su actividad genética, también se advirtió que los genes vinculados a esos procesos negativos estaban menos activos que aquellos de las personas que no tomaban tanto café.
Cuando los metabolitos —los productos de degradación— del ácido nucleico —las moléculas que sirven como base a los genes— circulan en la sangre, pueden desencadenar procesos inflamatorios. El estudio halló pruebas de que la cafeína y sus propios metabolitos pueden contrarrestar la acción de los productos de la degradación del ácido nucleico, lo cual posiblemente explique por qué quienes toman café tienden a vivir más que quienes no lo toman.