El café es una de las bebidas más populares en Europa, en la actualidad, pero al principio no fue bien recibido, llegando a considerarse una invención de Satanás. El origen y la historia del café en Europa están llenos de anécdotas que demuestran la importancia de esta bebida para la población.

El origen del café en Europa está datado en el siglo XVI. El botánico alemán, Léonard Rauwolf fue quien describió por primera vez el café en un libro publicado en 1583 y a finales del siglo XVII unos exploradores holandeses se apropiaron de un cafeto en Yemen y lo trasladaron al jardín botánico de Amsterdam. La fertilidad de las tierras y el clima de la zona permitieron que el café se adaptase perfectamente.

Al igual que ocurrió en el mundo árabe, los primeros años del café en Europa fueron muy convulsos. La historia cuenta que en ambas culturas el café era considerado como una amenaza para el orden público, se intentó, sin éxito, prohibir, llegando incluso a cerrar las primeras cafeterías. Por ejemplo, en Alemania, los sectores protestantes reprobaron esta bebida y algunos terratenientes prohibieron su difusión. Más tarde se levantó esa prohibición pero se sometió al café al pago de un fuerte impuesto. Estas medidas en contra del café se mantuvieron hasta bien entrado el siglo XIX.

Los católicos tampoco recibieron bien esta bebida y algunos sacerdotes lo llamaron amarga invención de Satanás hasta que el papa Clemente VIII lo probó y le gustó tanto que decidió bautizarlo para hacerlo aceptable a los católicos. También estuvo prohibido en Rusia, con penas de tortura y mutilación.

A pesar de los intentos, no se pudo frenar el avance del café por Europa y pronto se extendió por todo el continente. En 1650 era un producto muy consumido en Inglaterra y se comenzaron a abrir las primeras cafeterías en Oxford y Londres. Estas cafeterías fueron el origen de las ideas liberales en Inglaterra, debido a la presencia en ellas de filósofos y letrados y a la distribución de panfletos políticos. Tal fue la agitación que crearon que, en 1676, el fiscal del rey Carlos II de Inglaterra pidió el cierre de las cafetería por crímenes de ofensa contra el rey y el reino. La reacción contra esa medida fue tal que el edicto tuvo que revocarse.

Así, las cafeterías fueron extendiéndose por todas las capitales europeas. En Berlín la primera se abrió en 1670 y en París en 1686 se inauguró el café Procope donde, según la historia, se inventó una nueva forma de preparar café al hacer pasar agua caliente a través de un filtro con café molido. Y en Viena, en 1683 se abrieron las primeras de sus famosas cafeterías. Tal fue el éxito de esta bebida que Johann Sebastian Bach, en 1734, compuso su Cantata al café.

En España, el origen del café hay que buscarlo con la llegada al trono de los Borbones y los comerciantes italianos a mediados del siglo XVIII. La historia cuenta que los primeros cafés madrileños eran casas de comidas donde se podía degustar una taza de café. También a principios del siglo XVIII el café llegó a América, siendo los franceses los primeros en obtener la primera cosecha de café americano en 1726.

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