El café turco es patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Así que algo tendrá que lo hace especial. Sobre todo porque detrás de esta bebida hay toda una cultura sobre cómo se hace y cómo se sirve el café turco.

Orígenes del café turco

¿Por qué se le llama café turco? Es un nombre bastante reciente. En Turquía esta bebida y la manera de prepararlo se llamaba café, a secas, (kahve en turco), hasta la introducción del café instantáneo en la década de 1980.

Para diferenciarlos, entonces se le llamó café turco.

Curiosamente en Turquía no se cultiva café. Sin embargo desde que llegó esta bebida en el siglo XVI a sus tierras, los turcos la adoptaron como propia e hicieron de su preparación un arte que se transmite de generación en generación.

Y no solo es su preparación, también es lo que significa una taza de café turco.

Es un signo de hospitalidad, de ahí que en cualquier momento y lugar te ofrecen esta deliciosa bebida.

También es una manera de socializar. En cualquier acontecimiento importante no puede faltar el café, pero tampoco puede faltar en una charla entre amigos o con familia.

Cómo se hace el café turco

Todo ello es lo que hay detrás del café turco. ¿Cómo se hace?

A diferencia del café que estamos habituados a tomar, el café turco se consume sin filtrar.

Para ello hay que molerlo mucho, tiene que estar muy, muy molido para conseguir una textura muy fina, casi como si fuera harina de café. Para ello nada mejor que usar, durante un buen rato, el tradicional molinillo de latón.

Para prepararlo hay que utilizar los utensilios adecuados. Ya hemos hablado del molinillo de latón para molerlo. Otro utensilio necesario es una cafetera especial: el cezve. Es un pequeño y estrecho pote de cobre que acaba en un asa larga de madera para agarrarlo.

En el cezve ponemos alrededor de 50 ml de agua por taza de café, y calentamos a fuego lento. ¿Te gusta dulce? Pues añade azúcar al gusto y mezcla para que se deshaga. 

Llevamos el agua a ebullición. Después quitar el cezve del fuego y añades una cucharadita de café por persona bien llena (unos 15 ml de café arábiga).

A continuación el café se hace hervir dos veces consecutivas quitando el cezve del fuego entre una ebullición y la siguiente.

En la primera ebullición saldrá una espuma que hay que echar en las tazas con una cucharita pequeña.

Una vez ha hervido dos veces, volvemos a colocar el cezve en el fuego y bajamos la temperatura al mínimo.

Cuando vuelva a romper a hervir llenamos las tazas por la mitad.

De nuevo lo calentamos hasta que vuelva a hervir y antes de servirlo de hay que añadir una cucharada de agua fría para acelerar el depósito de polvo de café en el fondo y verterlo después en la taza sin filtrarlo.

Cómo disfrutar del café turco

Y ya puedes disfrutar de tu café turco. Te recomendamos acompañarlo por alguna delicia turca, sobre todo si no le has puesto azúcar porque es un café muy intenso y algo amargo. Por ello los turcos suelen servirlo con un vaso de agua.

Tres consejo cuando vayas a tomarte el café turco: no lo remuevas, tómalo en sorbos cortos y no te lo termines del todo. ¿Por qué? Por los posos. Hay que ir con cuidado para que los posos de café permanezcan siempre en el fondo de la taza y no beberlos junto con el café.

Existen variantes similares en países cercanos como Grecia, países balcánicos o en regiones de Oriente Medio, pero es en Turquía donde se mantienen los modos tradiciones de preparación de este café tan delicioso.

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