Para empezar, debemos conocer el origen del producto y, después, analizar el cuerpo, la acidez y la fragancia.

El café es una bebida cuyo sabor produce auténtico placer a aquellos que saben apreciarlo. No obstante, no todos los cafés cumplen los requisitos suficientes como para ser considerado un café de calidad. Existen algunas claves para saber si estamos ante un buen café o si, por el contrario, nos la están dando con queso.

Para empezar, debemos conocer el origen del producto y, después, analizar el cuerpo, la acidez y la fragancia.

En cuanto al cuerpo, debemos atender a la sensación que nos produce en el paladar, algo que podemos notar, sobre todo, en los cafés robustos arábicos naturales. Sobre la acidez, debemos saber que la clave está en la cosecha ya que, cuanto más alta se ubique, mejor cultivado y mayor acidez. Por último, la fragancia es la mezcla entre el gusto y el aroma. Si el café es robusto y amargo, tendrá un aroma fuerte; mientras que los que tienen una fragancia agradable y suave se corresponden con los cafés arábicos.

Por otro lado, el proceso de producción también influye en la calidad del café. El modo de tostado, por ejemplo, le dará un sabor característico.

Por último, si no somos muy entendidos en café, existe una prueba para comprobar que nos encontramos ante un producto de calidad o si está mezclado con otros elementos. Para ello, debemos agregar una cucharada sopera de café en un vaso transparente con agua y dejarlo reposar durante un minuto. Si se disuelve nos encontramos ante una bebida mezclada con otro grano de peor calidad. Si no se disuelve, podremos disfrutar de un buen café.